Soy un refugiado electrónico atrapado en un mundo sin cargadores. Una vez, la electricidad fue la línea vital de mi vida y el vínculo que me conectó con este mundo. Pero ahora, con la desaparición del cargador, parece que he caído en un agujero negro sin fin.
Cuando me despierto todas las mañanas, cuando habitualmente extiendo la mano para tocar el cargador en la cabecera de la cama, solo puedo tocar la nada. Esa sensación de pérdida es como ser abandonado por todo el mundo. El número de electricidad en la pantalla del teléfono móvil cayó todo el camino desde el 100% sin suspense hasta volver a cero.
En los días sin cargador, mi vida parecía haber sido presionada el botón de pausa. La incapacidad de comunicarse con el mundo exterior, la incapacidad de obtener la información más reciente e incluso la navegación básica se han convertido en un lujo. Parece que estoy atrapado en una isla aislada rodeada de un vasto océano de información, pero no puedo cruzar.
En busca de un rastro de electricidad, comencé una larga carrera. Viajando por las calles y callejones de la ciudad, mirando constantemente esos raros enchufes de carga. Cafeterías, bibliotecas, centros comerciales...... Cada lugar donde puede haber un enchufe se ha convertido en mi objetivo. Pero a menudo cuando encuentro el enchufe, descubro que ya he sido abordado por otros.
Una vez, en un restaurante, vi un enchufe libre y me apresuré emocionado. Pero en el momento en que conecté mi teléfono, descubrí que estaba completamente sin electricidad y apagado. Esa desesperación, como una maceta de agua fría vertida desde cero, me hizo perder toda mi fuerza en un instante.
Sin electricidad, mi vida se volvió extremadamente monótona. No se puede pintar el drama, no se puede escuchar música, no se puede jugar el juego. Incluso leer un libro depende de esa débil luz natural. Por la noche, la habitación estaba oscura, y solo la escasa luz de la luna fuera de la ventana se derramó, trayendo un poco de consuelo.
Sin embargo, en este dilema, comencé a reexaminar mi vida. Descubrí que en los días sin electricidad, podía centrarme más en el presente y sentir más verdaderamente el mundo que me rodea. Puedo escuchar el viento soplando a través de las hojas, puedo ver la belleza del atardecer y sentir la cálida sonrisa de la gente a mi alrededor.
Pero aun así, cada vez que la noche es tranquila, sigo mirando la pantalla de mi teléfono móvil en la oscuridad. Esos iconos e interfaces una vez familiares parecen haberse convertido en sueños inalcanzables en este momento. No sé cuánto tiempo durarán días como este, ni cuándo puedo volver a abrazar la comodidad de la electricidad.
- Título:La electricidad perdida, los días sin cargadores