En la vida cotidiana, los pequeños incidentes a menudo se convierten en recuerdos inolvidables. Uno de esos incidentes me sucedió hace poco tiempo, cuando un compañero de clase tomó prestado mi cargador y, después de usarlo, no me lo devolvió.
Era una tarde lluviosa, y yo estaba estudiando en la biblioteca de la universidad. De repente, mi teléfono comenzó a vibrar, indicando que la batería estaba baja. Rápidamente saqué mi cargador del bolso y busqué un enchufe cercano. Justo en ese momento, mi compañero de clase se acercó a mí y me pidió prestado el cargador, diciendo que su teléfono también estaba a punto de quedarse sin batería y que no tenía otro cargador a mano.